lunes, julio 08, 2019

Yukon, un río, un territorio que deja huella en quien en él se adentra...


   Si habéis visto el blog, habréis visto que hay varias entradas que tienen este río y estos territorios como protagonista. 
   Es su estado salvaje inalterado por la presencia del hombre, lo majestuoso de sus paisajes y ese halo de aventura que envuelve su nombre lo que me atrae y lo que me empuja a querer conocerlo más.
   3.168 kms y cuatro semanas me han llevado a disfrutarlo y a sufrirlo como pocas veces me ha ocurrido antes. Me ha dejado grabado en todos los sentidos momentos inolvidables y situaciones indescriptibles si no se viven, pero por desgracia, también momentos y situaciones en las que muy seriamente me llegué a plantear si estar ahí merecía la pena ese sufrimiento. 
   Ha sido como podéis imaginar un reto físico, no cabe duda, tener que remar durante 8, 10, 12 y hasta 17 horas al día durante cuatro semanas constituye un reto físico...pero no era una competición, con lo que no era necesario llegar el primer día en tope de forma, la vas cogiendo con el paso de los días.
   Lo que ha sido determinante, ha sido la lucha psicológica de afrontar uno solo las condiciones que se presentaban. En ocasiones, cuando esas condiciones no eran buenas, cuando durante varios días no mejoraban, mi cabeza no era capaz de filtrar de un día para otro los malos momentos vividos esa jornada...y pesaba mucho pensar que el día siguiente podía ser como el día que acababa. 
   La soledad que se vive en esos territorios  es absoluta...y si bien puede parecer que es lo que buscaba, es también algo que juega en tu contra al no poder compartir/dividir esos malos momentos para que pesen menos en tu cabeza.
   Ha sido un reto más psicológico que físico. Una lucha interna de la cabeza y sus pensamientos mientras el cuerpo remaba y remaba de forma autómata.

   No ha sido una batalla por el ego, ese ego de acabarlo y con ello recibir las flores de "lo conseguí"...ha sido una batalla por ser capaz de completarlo, por descubrir esa parte del río que no conocía y por ver si era capaz de luchar contra mí mismo (que en alguna ocasión concreta me pedía abandonar).

Preparativos en Whitehorse...

   Aterricé en Whitehorse (Canadá), capital de los Territorios de Yukon y de donde apenas a 160 km nace el río en Tagish Lake.
   El río transcurre en un primer tramo de aproximadamente 900 km en territorio canadiense...donde fue la lluvia la otra protagonista. Me llovía durante días, pero al no hacer frío (tal como me ocurrió en la anterior tentativa con heladas y nevadas) no suponía mayor problema que "estar húmedo" y no poder ver en su amplitud el pasisaje que me rodeaba.
   El nivel de agua del río está muy bajo en esta época del año...es a lo largo del verano cuando va incrementando su caudal.
   Este año concreto, a final de abril y principio de mayo hubo un incremento muy brusco y muy alto de temperaturas, lo que llevó a que la nieve se derritiera muy rápido, más pronto y rápido de lo habitual, lo que provocó una subida pronta de caudal que volvió a la normalidad para cuando yo llegué en la tercera semana de mayo.
La corriente me ayudaba, aunque tampoco penséis que no hacía falta remar...hacía falta, claro que si, ha,ha,ha…y mucho.
   El viento no hacía acto de presencia, no había oleaje, no había movimientos de agua extraños, solo lluvia y días grises...algo aceptable.


Ese estado de la materia que cae del cielo...durante diasssssss!!!

   En esta expedición decidí llevar un drón para poder hacer alguna foto y vídeo de mí mismo remando, ya que al ir solo es imposible de otro modo...
   En la primer ocasión en la que saco el dron, desde la orilla del río lo lanzo sin haberme dado cuenta de que en uno de los árboles que estaban detrás de mí había un pigargo de cabeza blanca (ese águila conocida como águila americana) y cuando el drón estaba estacionario, el pigargo apareció en escena por detrás de mí y atacó el drón, que por suerte aún estaba en la vertical de la orilla y cayó en tierra firme. Podéis imaginar la cara de WTF que se me quedó. Lo voy a perder en la primera ocasión que lo saco, sin haber podido grabar un solo vídeo?...ha,ha,ha…
   También por suerte, solamente se le rompieron dos hélices que pude cambiar porque llevaba varias de repuesto.
 La susodicha "atacadora"...la madre que la parió...

   Van los días sucediéndose, disfrutando a pesar de la lluvia y de esos días más grises que claros...voy encontrando vida salvaje en las orillas a medida que desciendo. Osos negros, grizzleys, alces, lobos (solo ví uno, aunque muchísimas huellas), linces, águilas e infinidad de aves con nombres que no conozco...una maravilla para la vista.
   Ver mamás osas con sus cachorros es algo que te dejaba bloqueado, algo que te obligaba a mirar sin poder apartar la vista. Una sensación de "cuanto más lo miro, más se me recargan las baterías".
   En ocasiones en las que estaba demasiado cerca (según parecer de mamá oso claro, porque yo me hubiera acercado hasta cogerlos en brazos) escuchaba perfectamente los sonidos que emitía invitándome a alejarme y dejar a los "niños" tranquilos...

   Fue una ocasión de esas, en la que dejé que fuera la corriente la que me acercaba, (yo no hacía movimientos para no alterarlos, ni para asustarlos) y me acercó a escasos 50mts aprox. En un arrebato defensivo mamá oso comenzó a correr en mi dirección, hacia el agua. Yo me sentía seguro estando flotando en el kayak, sabedor que yo era más rápido remando que un oso nadando, pero....mamá oso se estaba acercando y yo decidí dar unas cuantas paladas para alejarme con la intención de que no se sintieran amenazados, no por temor, sino por darles espacio y fue entonces cuando al meter la pala en el agua toco el fondo del río sin mucha dificultad...queeeeeé? no cubría más de 40 o 50 cms.
   Podéis imaginar el nerviosismo que te invade al ver una osa defendiendo a sus niños corriendo hacia ti, verdad? con esa profundidad podía correr perfectamente hasta donde yo estaba. Comencé a palear con fuerza hacia el centro del río para alejarme (con el temor latente de quedarme embarrancado en un bancal de grava) y por suerte, ella se convenció de que había ganado la batalla de "a ver quién acojona a quién" al verme alejarme, paró su carrera y volvió con sus pequeños.

Mamá osa...

   He de deciros, que con el nivel de agua tan bajo afloraban bancos de grava y canales incluso a bastante distancia de las orillas...sobre todo en Yukon's Flat, teniendo en muchas ocasiones que bajarme del kayak y tener que empujarlo para salir de esos bancos.

   Os hablaba de Yukon's Flat, traducido como los llanos del Yukon., una zona en la que el terreno es tan llano que el río se expande como un gas intentando abarcar todo el espacio posible.
   Aquí la corriente es prácticamente inexistente, infinidad de islas y bancales de grava forman igualmente infinidad de canales en los que debes adivinar el recorrido a seguir.
   Esto significaba que no había un recorrido evidente, la corriente no podía ser tampoco un referente y te encontrabas remando de lado a lado y/o embarrancando en esos bancales de grava que en muchas ocasiones no mostraban su presencia hasta que el kayak chocaba con ellos.

Kayak embarrancado...

   Esto es algo que no importa si te ocurre una vez, ni dos, ni tres...pero tras el cansancio acumulado durante tantos días, cuando ocurría era una faena tener que bajarte del kayak y empujar. Y al cabo de media hora podía pasar otra vez, y otra y otra pasada una hora y otra pasados diez minutos y era entonces cuando la impotencia te obligaba a sacar del bolsillo "la fuerza de la aceptación" que llevaras encima.
   Atravesar Yukon's Flat me llevó 4 o 5 días. Fueron unos días muy largos, muy duros. La lluvia había dado paso a un viento fuerte y a mucho calor (hasta 34ºC).
   El viento de cara te frenaba el avance, hacía que el esfuerzo fuera bastante mayor...pero era esa desesperación que te entra al ver que no cesaba, que venía a la cita día tras día...y que no cesaba.


Eolo dejando patente que te acompañará en el viaje...

   En ese suceder de días, de semanas, el calor llegó a ser castigo. Aquellos días de lluvia que me acompañaban en Canadá, dejaron de ser días y pasaron a ser momentos puntuales que se convertían en tormentas repentinas que descargaban en unas horas todo el agua del que disponían...y como buen compañero de viaje, el señor Eolo venía con ellas...todo esto, lo escribo, lo leéis y parece una "circunstancia" más de un viaje de ese tipo, pero cuando el cansancio, esa soledad absoluta que te envuelve, esa cuasi-desesperación de verte a merced de cualquier cosa (sobre todo contra las que no puedes luchar), etc...te hacían tener que sacar toda la fuerza que fueras capaz de sacar (física y psíquica) haciendo en ocasiones que tuviera que pedir "crédito" para poder continuar.

   Ya sabéis que en esas latitudes tan al norte, el sol no llega a ponerse por la noche (lo que se denomina midnight sun, sol de medianoche), esto tenía dos caras también. Por un lado podías remar hasta tarde, hasta la hora que te conviniera para encontrar un buen sitio para dormir, para llegar a alguna village, o por alargar la jornada aprovechando las buenas condiciones. La otra cara era que cuando te ibas a dormir, hay mucha luz dentro de la tienda y cuesta conciliar el sueño, también calentaba en exceso el interior de la tienda, haciendo que al meterte dentro incluso sudara sin poder dormir...(no podía dejar la tienda abierta para que ventilara por los mosquitos, así que tenía que cerrarla y también por el viento, que aunque la orientaras correctamente metía tierra y polvo dentro).
   Para contrarrestar esto un poco, ponía la manta térmica sobre la tienda con el lado plateado hacia el exterior, de ese modo reflectaba los rayos del sol, se estaba más cómodo dentro y oscurecía un poco el interior.
Improvisando soluciones...

  Aún con eso, la magia que se vive es algo digno de vivir.
  Me paraba en ocasiones y me decía o me convencía a mí mismo de lo afortunado que era de poder vivir esas experiencias a pesar de esos malos momentos que en ocasiones se plantaban como compañeros de viaje. Después llegaba algún día de buenas condiciones y había un chute de energía que te elevaba por encima de cualquier otro pensamiento negativo.

   Los momentos que te recargaban, realmente te recargaban y me hacían ver que vivirlo es merecedor de el precio que el río te pedía por estar ahí en esas ocasiones.
   Uno de esos "magic moments" fue en uno de los campamentos, durmiendo sobre las 4am escuché un ruido de respiración aguda, como la que hace un alce (o una vaca, por si alguien no conoce el sonido de la respiración de un alce...ja,ja,ja,ja…). Esto y el ruido que hacía al caminar me despertó(porque tampoco duermes profundamente), me incorporo cogiendo la cámara de fotos para hacerle una foto al "alce" a través de la malla mosquitera de mi tienda. Cuando me asomo por la malla, no veo un alce...oliendo mi hornillo y mis cacharros, que están en el exterior de la tienda pero dentro del espacio que alcanzas con la mano desde dentro de la misma, había un oso negro curioseando. Lo "mágico" de ese momento fue, que a parte de ver un oso, un animal salvaje en su propio territorio, su cabeza estaba a una distancia de la mía poco más de la distancia que tenéis entre la pantalla y la vuestra  (no es una forma de hablar, poco más habría y lo único que nos separaba era una malla mosquitera). Me voy a ahorrar la infinidad de pensamientos y sensaciones que tuve en ese segundo que tardé en echarme hacia la parte trasera de la tienda, porque os lo podéis imaginar. Comencé a hablar en alto, mover lentamente la tienda y en seguida vi su sombra a través de la tela de la tienda como marchaba y se alejaba sin correr, sin inmutarse en absoluto. Mágico, mágico, mágico...e intenso, intenso, intenso a pesar de durar segundos.

El lugar de la visita...ya por la mañana y sin visitante...

   A lo largo del río hay varias villages donde la población, o en su gran mayoría, son indígenas del grupo Atabascano (Atabascán), son poblaciones muy, muy pequeñas, en ocasiones unas cuantas cabañas o casas agrupadas y con una población muy pequeña.
   Solamente paré en dos ocasiones en villages de estas. Cuando paré en la primera, en Beaver (AK) no encontré a nadie por la calle, me encontraba sólo en una población y el sentimiento de soledad se hacía más patente. Oía quads que iban o venían en la distancia, pero no pude hablar con nadie.
  En la segunda ocasión paré en Stevens Village (AK) y tuve el mismo feeling. Me sentía rodeado de gente (poca gente, pero gente al fin y al cabo) pero completamente sólo, porque no ví a nadie hasta el día siguiente que vinieron dos ancianos indígenas a despedirme, porque habían visto el kayak y estaban esperando a que marchara para desearme suerte y despedirme.
   Ese feeling de sentirte más sólo cuando estás en una de esas villages habiendo gente alrededor, que cuando estás acampando en las orillas, no lo quise volver a experimentar, porque te hacía sentir "mal", así que si pasaba por otra población saludaba si había alguien por la orilla o mirando, en alguna paré solo a rellenar agua potable y evitar tener que filtrar agua y continuaba (a excepción de Galena, algo mayor y donde me trajeron algo de comida para compartir).
   El agua que bebía o que utilizaba para cocinar, era del propio del río o buscaba pequeños arroyos que desembocan en él, donde el agua llega más límpia, con menos tierra, con lo que el filtro no se obturaba con tanta facilidad.

Filtrando...

   Y cómo no, más momentos especiales...cada día ocurrían cosas que te hacía sentir afortunado de vivirlas, en ocasiones por encima del "nerviosismo" que me generaban.
   En ese mismo creek que veis en la foto de arriba, estando agachado como veis, justo por detrás del lugar donde está la cámara puesta (había vegetación algo densa), escucho movimiento de ramas y aparece un grizzley caminando, lento, casi sin prestarme atención...imagino sabedor de que yo no representaba ninguna amenaza, porque pasó por la zona en la que yo estoy en la foto agachado casi sin mirarme, con actitud tranquila, como si yo no estuviera allí. En ese momento yo me había incorporado mientras sacaba el spray anti-osos (llevaba uno siempre en un bolsillo del chaleco) y con movimientos tranquilos había dado dos o tres pasos hacia delante, metiéndome en el agua dejándole el espacio que necesitaba y a la vez, diciéndole a mi cámara en alto "GoPro captura foto"  mientras el oso pasaba a su lado (una de las cosas recomendadas cuando hay un encuentro con un oso, es hablar en alto sin gritar y con voz firme, así que si tenía que hablar...por qué no hablarle a la cámara para captar el momento?). No, no esperéis la foto...la cámara se había ya desconectado o no me "escuchaba".
   Qué sentí? miedo? temor?...no, emoción es la palabra que me viene a la mente. Es sin duda una situación tensa, pero la emoción le podía a cualquier otro sentimiento que pudiera tener. También sin duda, porque desde el primer momento no se le adivinaba ninguna intención amenazante. Apareció muy tranquilo, despacio y del mismo modo pasó y se alejó. Seguro de su superioridad...

No solo dejó huella en el suelo...también en mi cabeza...

   Otro momento mágico fue ver un grizzley corriendo, intentando cazar un alce.
   Mientras remaba veo un alce comiendo en la orilla, un poquito corriente abajo de donde yo estaba. A mi altura me llama la atención un movimiento y veo aparecer desde la vegetación un grizzley que empieza a caminar por la orilla corriente abajo, sin percatarse de que el alce estaba ahí. Me quedo observando la escena hasta el momento en que me doy cuenta de cómo el oso ve al alce, al momento empieza a correr hacia él y el alce se asusta un momento (el oso corriendo hacía mucho ruido moviendo las piedras de la orilla. Lo escuchaba yo perfectamente a pesar del viento) y comienza a trotar escapando de su alcance, casi como vacilándole, porque no salió huyendo corriendo al "galope", sino con un trote burlesco. El oso dejó de correr y ahí acabó todo. Continuó caminando por la orilla en la misma dirección y el alce desapareció entre la vegetación...
Yo, sigo remando.

   En todo el recorrido del río en Alaska, solamente hay un puente que lo cruza. Una carretera de tierra que sigue la famosa Pipeline, esa tubería que cruza Alaska de norte a sur que construyeron para transportar el producto de los campos perforadores que hay en Prudhoe Bay. 
   Ahí, en ese puente hay lo que podríamos llamar un "area de servicio" donde hay un restaurante para los camioneros que hacen el trayecto entre Fairbanks y Prudhoe Bay con maquinaria o repuestos para las plataformas.
Pipeline...

   Ahí pude dormir (a oscuras), cenar como una persona normal, desayunar como un descosío y hablar...hablar con gente. (que extraña sensación, ja,ja,ja…)
   Tuve que parar porque se me había roto una pequeña pieza del trimón y aunque se puede continuar sin timón, ayuda mucho a mantener un rumbo cuando el viento te abate y te invita a ir hacia donde él quiere).
   
   Desde aquí hasta el mar, solamente pensaba en acabar...las condiciones seguían siendo poco favorables y también hay que decirlo, el paisaje no era tan espectacular...y además, ya llevaba casi tres semanas viendo río, árboles, colinas....río, árboles, colinas...río, árboles, colinas...y si bien el cuerpo hacía bien su trabajo, la cabeza iba mendigando ganas de continuar, buscando clavos ardiendo a los que agarrarse y que le motivaran a seguir.
   Iba encontrando momentos a los que agarrarse y que impulsaban el cuerpo a seguir remando. Cuando las condiciones mejoraban...volvía la mágia y se amortizaba el préstamo de ganas de continuar. La cercanía del final, las ganas de ver el mar ayudaban también...
   Puedo deciros como curiosidad, que los últimos 600 kms los completé en 4 días a pesar del viento y del "oleaje".

           
Motivación por acabar...
   
      NO dejaban de impresionarme comportamientos de animales menores ante amenazas muy superiores. Unas aves pequeñas, tipo gaviota, atacando en el aire a un pigargo que se acercaba peligrosamente a su nido, unos ánades atacándome a mi mismo por el mismo motivo...impresionante su instinto de protección.
   Ya acercándome al final podía sentir, oler la cercanía del mar...alguien que se ha criado en el mar sabe identificar ese olor.
   Por fín adivino el mar, un delta enorme, en el que era difícil distinguir lo que era realmente mar o río...pero era el final. Se acabó!!!
   Baile de emociones, lo conseguí...no le pude a los elementos, jamás podremos decir eso, pero pude caminar a su lado hasta el final....y ese sentimiento de alivio me acompaña. Acabó!!!
   En Alakanuk encuentro como si alguien lo hubiera planeado como recompensa por lo vivido, una avioneta de carga que había llevado dos depósitos y que regresaba esa noche a Fairbanks y después a Anchorage...me ofrecen llevarme el kayak sin ningún problema. GREAT!!! 

  Llego a Anchorage, cambio mi billete de regreso a España...y durante esos días a la espera de mi vuelo, decido alquilar un coche y disfrutar de lo que Alaska ofrece, que es mucho.
   Me voy con el mismo kayak en el techo a Resurrection Bay a buscar y navegar con Orcas, me fui a Hommer a buscar las nutrias de mar, ver como comen flotando boca arriba y rompiendo las conchas de su "comida" golpeándolas contra piedras que ellas mismas colocan sobre su barriga...casi sin dormir, aprovechando ese midnight sun me voy a Chugach State Park, a Russian River waterfalls a ver y admirar hasta que me dolieron los ojos, como los salmones remontaban esas cascadas y como los osos se congregan a pescarlos, IMPRESIONANTEMENTE IMPRESIONANTE, sin dormir me voy a Whittier para ir en busca de los glaciares con el kayak...aprovechar el tiempo, aprovechar el tiempo, eso es lo que me decía. Hay mucho que ver y disfrutar y poco tiempo para ello.
   Fueron casi tres días intensos en los que dormí alrededor de 3 horas por día, pero he de decir que mereció la pena...todo eso me lo llevo en la memoria y quedará ahí por muuuuucho tiempo, seguro.

   Remé solo, pero no estuve solo...



Con esta entrada, ya veis que no he querido que sea una guía de viaje, sin mayores detalles...pero si alguien quiere detalles concretos, no dudéis en preguntar.

Encontré pasado Dawson City a un chico suizo que también intentaba el descenso. Compartimos una noche una cabaña antes de entrar en Yukon's Flat, se quedó atrás y no lo volví a ver...después, a los varios días me envió un mensaje que leí estando en Fairbanks, en el que me decía que abandonó en Crossing River. Mi mejor deseo, Manuel.

Manuel, just in case you can read this.
It was a real pleasure meet you on the river...I hope you have enjoyed your time in Alaska after your trip on the river. I'm sure you did it.
Be strong Manuel...
All the best mate. I hope our path will cross again ahead wherever be...you'll be very welcome.
I couldn't text you when I got Anchorage (my phone wanted to swing and obviously he couldn't) ha,ha,ha...
























































Ha sido desde luego una experiencia, una aventura en la que todos los sentidos jugaron su partida...espero que al menos os gusten las fotos.
La intención es que transmitan una pequeña parte de todo lo que ahí sentí.
Un abrazo...